Los niveles elevados de glucosa en sangre pueden lesionar los vasos sanguíneos de la retina haciendo que se cierren o que líquido pueda atravesar sus paredes dando lugar a la retinopatía diabética. De las diversas alteraciónes oculares que puede producir la diabetes es la más frecuente.
En los diabéticos es necesario hacer al menos una revisión oftalmológica anual y mantener unos niveles adecuados de azucar en sangre. Esto es fundamental porque el diagnóstico precoz de la retinopatía diabética puede prevenir la pérdida de visión.
Las etapas iniciales de la retinopatía con frecuencia pasan desapercibidas, por lo que no debemos esperar a tener algún síntoma para realizar un exámen oftalmológico. La visión de puntos o manchas flotantes pueden ser síntomas de retinopatía diabética proliferante, la pérdida de agudeza visual es un síntoma de afectación macular (edema macular) por la diabetes.
Los cambios bruscos en la glucemia pueden ocasionar alteraciones temporales en la visión (visión borrosa) aunque no exista retinopatía.
Con cualquier alteración en la visión que dure más de 24-48 horas se debe acudir con prontitud al oftalmólogo.
La prevención es el mejor tratamiento de la retinopatía diabética. El control estricto de la glucemia es la manera más adecuada de evitar la pérdida de visión a largo plazo. Otros aspectos importantes son el mantener la tensión arterial dentro de los límites normales (controlar la hipertensión arterial cuando existe) y los niveles de de lípidos en sangre (controlar el colesterol y los triglicéridos sanguíneos).
Cuando existe edema macular debido a la retinopatía diabética, las inyecciones intraoculares y la cirugía con láser pueden evitar que siga deteriorándose la visión. En la retinopatía diabética proliferante (la forma más grave) el láser puede conseguir la regresión de los neovasos anómalos. La cirugía con láser no cura la retinopatía diabética y no es eficaz en todos los casos para evitar el deterioro la visión.
En diversas situaciones clínicas, es preciso el tratamiento con inyecciónes intraoculares de corticodes o de medicamentos anti-VEGF, contra el factor vasoproliferativo que estimula la formación de vasos anómalos en la retina.
En casos más avanzados en los que existe sangre en el interior del ojo o tracciones sobre la retina puede requerirse un tipo de microcirugía intraocular denominado vitrectomía.
Un exámen oftalmólogico que incluya un estudio del fondo de ojo con dilatación pupilar es la mejor manera de detectar la retinopatía diabética. En ocasiones son necesarias fotografías del fondo de ojo, estudio con OCT o estudios inyectando contraste (angiografía fluoresceínica) para detectar las alteraciones y la exudación en los vasos de la retina.
Los pacientes con diabetes juvenil (tipo 1) deben acudir al oftalmólogo en los cinco años siguientes al diagnóstico. Cuando la diabetes aparece después de los 30 años los pacientes deben acudir al oftalmólogo tras ser diagnosticados (en un plazo máximo de 2-3 meses).
Las diabéticas embarazadas también precisan controles oftalmológicos dado que la retinopatía puede progresar con el embarazo.